Giallo en el que la esposa de un abogado sueña con que una vecina de su edificio es asesinada y el hecho se convierte en realidad en Londres. La construcción visual de Fulci supera en agresividad y en violencia a la de Dario Argento. El guión utiliza de forma inteligente la presencia de un grupo de hippies que se reúne en el departamento de la vecina para consumir LSD. Es una pieza más del rompecabezas de la trama que confirman la modernidad de la propuesta. Pero el film termina demasiado atado al misterio del inicio y se queda sin fuerza en la resolución.