Policial en el que un niño de tres años es testigo de un asesinato de un narcotraficante en New York. Aun dentro de una trama tan remanida y previsible, Larry Cohen se las ingenia para insertar cuestiones sociales (una marcha en contra de violadores) y toques irreverentes: el niño que se cruza en un triciclo, la charla de la madre del protagonista y los policías mafiosos estúpidos. La resolución trágica es todo lo contrario a Witness (1985).