Giallo en el que un baterista de una banda de rock casado es acosado por un chantajista a causa de un asesinato en Roma. Tal vez el estatismo del personaje (contrata un detective privado) y la inexpresividad de la pareja protagonista le juegan en contra al film. Pero en las cinco secuencias de asesinato Argento da rienda suelta a su perversa imaginación: la alteración de la percepción temporal (en el parque), la sangre que termina en el lente de la cámara en la secuencia del acosador, la larga persecución que culmina en el baño del metro, el reflejo del asesino en el cuchillo y la última muerte resuelta con una decapitación en slow motion.