Film de acción en el que un amante de los deportes extremos americano es reclutado para una misión anti terrorista en Praga. No hay razón, sentido o coherencia para semejante despliegue de medios y acción. Al espectador sólo le queda sentarse en la butaca y reírse, disfrutar o burlarse. Es que los últimos proyectos de Cohen, The Skulls (2000) y The Fast and the Furious (2001), lo confirman como el director más trashy del planeta. El retrato del protagonista interpretado por Vin Diesel, rebelde, astuto y romántico, es una parodia del más puro antihéroe. Carpenter ya lo hizo mucho mejor es Escape from New York (1981). Eso sí, el film es todo lo extremo y salvaje que la clasificación por edades PG-13 permita. En el fondo es vergonzoso. Las seis secuencias de acción superan toda la noción de verosimilitud. Hay lugar para caídas de puentes, motos que vuelan y avalanchas gigantes. Los efectos visuales están bastante bien. Cohen celebra el entretenimiento de acción más trash y excesivo, al mismo tiempo que borra los límites de la parodia.