Drama en el que una mujer casada tiene un amante y no sabe si quedarse con él o con su esposo en Paris a lo largo de un día. A través de los movimientos de cámara en las escenas en las calles y de un montaje que recurre a fundidos en negro dentro de la misma escena, Jean-Luc Godard crea una constante sensación de incertidumbre. Y utiliza los tiempos muertos y el deambular de la protagonista casi tan bien como Antonioni. La película dirige su mirada hacia el consumismo y el cuidado del cuerpo, casi las únicas preocupaciones de la vida contemporánea (ya en 1964).