Comedia de terror en la que seis turistas son utilizados como víctimas para la conmemoración del centenario de la guerra civil en un pueblo del sur de los Estados Unidos. Junto a Blood Feast (1963), el film supone la irrupción del gore y del splatter como espectáculo en el cine americano. Lo más aterrador es que no hay elementos aterradores. Las muertes (que incluyen mutilaciones, decapitaciones, clavos rodantes y una roca aplastante) son acompañadas por la torpeza, las sonrisas y el sentido del humor de los habitantes del pueblo, que son extremadamente hospitalarios y nunca esconden sus intenciones. La resolución trata de conectar torpemente con la temática del pueblo fantasma.