Cuento de terror en el que un médico americano de luna de miel en Paris busca a un colega que trata una extraña enfermedad que tiene los síntomas del vampirismo. Denis parte de algunos postulados del género de terror, del cine erótico y del cine de autor. El resultado está muy por encima de la simple mezcla. Pocas veces se ha visto un film de un erotismo y una sensualidad tan latentes y explosivos, una idea del sexo y la muerte tan íntimamente relacionadas y una escena que concentre tanta energía sexual (cuando Béatrice Dalle se come a una de sus víctimas). Claro que mucho tiene que ver la banda sonora de Tindersticks, la fotografía de Agnès Godard y el trabajo de los actores. Pero la puesta en escena de Denis está repleta de miradas, de planos detalle y de cercanías de los cuerpos que aprovechan el ritmo parsimonioso de la narración para generar un clima tan seductor como desesperante. Tal vez un par de flashbacks y las escenas de archivo estén de más porque desvían un poco la atención. Film maldito desde donde se lo mire, pero en el que Denis tiene la libertad de explorar lo que sólo había insinuado en sus películas anteriores.