Comedia de terror en la que a causa de unos desperdicios tóxicos un encargado de limpieza de un gimnasio se transforma en un monstruo mutante justiciero en New Jersey. La película funciona como una parodia del subgénero de superhéroes (sigue sus lineamientos básicos), como una explotación del humor más políticamente incorrecto (ataques a niños, perros y ancianas) y como una pintura de lo más desagradable de la década de 1980 (la obsesión por el cuidado del cuerpo, la música pop y los horribles peinados). El film no es más que una celebración del cine como espacio lúdico al más puro estilo Troma.