Cuento de terror en el que un doctor realiza experimentos que lo llevan a la resurrección de un cadáver en Suiza a principios del siglo XIX. La primera adaptación en colores de la novela de Mary Shelley es más fiel que la versión de James Whale. A Fisher le interesa más el personaje del doctor y su obsesión por crear vida que el personaje del monstruo, que no genera ninguna compasión. Aun sin perder cierto tono folletinesco, el film expresa una forma de entender al terror mucho más introspectiva que toma elementos del romanticismo del siglo XVIII y del melodrama victoriano.