Drama en el que la muerte del productor de cine Thomas Ince a borde del yate William Randolph Hearst dispara una serie de rumores en la costa de California en 1924. La vuelta de Bogdanovich a la dirección luego de ocho años retoma las cosas donde las dejó en la década de 1970: Kirsten Dunst asume los papeles de Cybil Sheppard, los amargos triángulos amorosos, la apariencia de comedia ligera y la crítica al sistema de Hollywood. Si bien el origen teatral de la película genera un exceso de diálogos, visualmente el film parece menos elaborado y la historia policial es una simple especulación, hay que agradecer el hecho de reencontrarse con aquella transparencia y sutileza de su cine. El retrato desmitificador de las celebridades de la época: Hearst es un celoso y paranoico, Chaplin tiene una obsesión con las chicas jóvenes, Marion Davies es una niña mimada y caprichosa, Louella Parsons es una insoportable cronista de espectáculos. También la esplendorosa austeridad de la fotografía de Bruno Delbonnel y el retrato de los años del jazz y el Hollywood de la década de 1920 repleto de negocios turbios e infidelidades. Bogdanovich confirma su condición de outsider. Su fascinación por el Hollywood clásico y su apego a las formas amables siempre es una contradicción de los tiempos contemporáneos.