Drama sobre diez conversaciones de una mujer al volante de un auto, en especial con su hijo que le recrimina el divorcio de su padre, en Teherán. Kiarostami extrema los procedimientos para extraer el realismo y la emoción pura de la imagen cinematográfica. Al recurrir a una cámara de video casi escondida y sólo dos variantes de planos su intervención en la puesta en escena es la mínima posible. Si bien se pueden objetar algunos segmentos, el film pone en cuestión el lugar de la mujer en la sociedad iraní. Pese a que la no intervención siempre es relativa, Kiarostami sigue en la búsqueda de lo invisible. Ya sea a través de la utilización del off visual, las esperas en los momentos en que un personaje queda solo o la gran parte de la historia que sólo podemos inferir.