Spontaneous Combustion (1990)

Cuento de terror en el que un hombre sufre de quemaduras espontáneas en Los Angeles. El excelente prólogo ambientado en la década de 1950 le da la oportunidad a Hooper de mostrar las contradicciones de la paranoia nuclear y de la familia ideal. Pese a un guión un poco confuso y a unos efectos especiales arriesgados, el film se sostiene en la intensidad dramática de la pesadilla que vive el protagonista a partir de una situación tan simple como irreversible.

Luego de los malos resultados en taquilla de su trilogía para el Cannon Group y de un impasse de casi 4 años Hooper, regresa a la dirección con una película independiente de bajo presupuesto muy mal recibida e incomprendida en el momento de su estreno. Spontaneous Combustion supone el inicio de una nueva etapa, más poética y sobrenatural en el cine de Hooper, donde el refinamiento de la puesta en escena está más en función de la abstracción lírica que del expresionismo gótico. No es de extrañar entonces que el director japonés Kiyoshi Kurosawa tenga una apreciación especial por este film y su manera de jugar con una base melodramática a partir de los sucesos sobrenaturales de la trama. Hooper comienza el film con un largo prólogo ambientado en la década de 1950 en el que una joven pareja se somete a un experimento nuclear para demostrar la resistencia de un refugio bajo tierra preparado como prevención ante la posibilidad de la explosión de la bomba. Esos minutos están sin duda entre lo mejor que ha rodado Hooper. La amenaza se confunde con la felicidad y la incertidumbre. Y culminan con una de las imágenes más bellas de toda su filmografía: la de la pareja quemada viva espontáneamente en la cama de un hospital. Después, Hooper nos conduce por un relato que trata de tensar los límites del realismo en el que un joven se ve acosado por las primeras manifestaciones de esta enfermedad. De hecho, la presentación del personaje (intentando incursionar en el teatro), la presencia de un actor como Brad Dourif y la construcción narrativa a partir de la dinámica de la actuación de método (implosiones y detonaciones) dan la pauta del acercamiento que Hooper trata de hacer al film. Tal vez la complejidad necesaria y la irregularidad en la ejecución de los efectos especiales no ayudan al resultado final porque introducen un humor involuntario. Pero los parámetros de verosimilitud no deben cegarnos de un film tan valiente como original.