Cuento de terror y ciencia ficción en el que un grupo de militares en una misión de rescate son atacados por un guerrero extraterrestre en la selva de un país de Centroamérica. John McTiernan combina con habilidad la acción y el suspenso. La película se convierte en una digna sucesora de Alien (1979). Mantiene el ritmo en todo momento porque es consciente de que en este tipo de films el gore, la violencia y los asesinatos no hay que esconderlos sino potenciarlos. Aunque los excesos de testosterona, disparos y explosiones nos recuerdan que estamos ante una película de acción militar de la década de 1980. El predador del título es un alienígena de apariencia cyberpunk (máscara, garras y rastas) con la capacidad de hacerse transparente (lo que le permite mimetizarse con la selva y darle a sus primeras apariciones un carácter ambiguo). La puesta en escena aprovecha su visión térmica para incluir tomas subjetivas en la misma línea de Wolfen (1981).