Psycho thriller en el que un grupo de amigos se reúnen en una casa de vacaciones al norte de California y se encuentran con cinco niños que escaparon de un manicomio. MacGregor lleva a otra dimensión el subgénero de niños malditos a partir de un humor negrísimo y algunas imágenes de una naturaleza tan provocativa como surreal (la mujer desnuda asesinada en la bañera con pirañas, el cadáver utilizado como muñeco de nieve). Los personajes adultos son tan desagradables como dispensables. De hecho se comportan como niños en varias ocasiones: se pelean, son caprichosos y se hacen bromas crueles y humillantes. Los niños por otra parte representan algunos estereotipos malditos: la monja, el pirómano, el soldado. Pero llevan a cabo su tarea una naturalidad que resulta lo más aterrador del film. Pese a una primera parte apática, algunas escenas estiradas y otras desconexas (seguramente producto de los problemas de producción que motivaron el despido del director), la puesta en escena, con sus colores y el uso de los interiores, acentúa el juego que plantea el film.