Cuento de terror en el que una joven queda atrapada en un auto a merced de un psicópata en unas montañas al norte de California. La espantosa secuencia de créditos digital, la caracterización alterada de la protagonista (se nos explica que sufre de amaxofobia, el miedo a estar en un automóvil) y el efectista flashback no inspiraban ninguna confianza. Y el resto lo confirma. La historia se adscribe al modelo de thriller de carretera manipulador como The Hitcher (1986), un tipo de film casi siempre nefasto por el que los americanos sienten una particular afición. La única secuencia que se puede rescatar son los momentos en que las protagonistas levantan al misterioso hombre en la carretera y lo llevan al medio de la nada en la noche. Pero la puesta en escena de Brandes con sus gratuitos planos cenitales, movimientos acelerados de cámara y efectismos de todo tipo anulan todo efecto aterrador. Lo peor de todo es creer que por mostrar a una actriz aterrorizada en todo momento ese terror se va a trasladar al espectador. En la segunda mitad asume poses del slasher (pareja en el bosque asesinada incluida, toma subjetiva), pero lo único que hace es acrecentar la mediocridad del conjunto. El título lo dice todo.