Comedia dramática de ciencia ficción en la que un grupo de jóvenes prepara una fiesta a lo largo de todo un día en Los Angeles. Tercera parte de la trilogía del Apocalipsis de Araki. La película es una especie de resumen y condensación de los temas habituales de Araki: la juventud, la angustia, la homosexualidad, las drogas, el sexo, el amor y la violencia, esta vez con un elenco numeroso y casi estelar. El gran mérito es que el retrato iconoclasta, el eclecticismo y el gusto por la diversidad evita la asimilación, el estereotipo y la sensación de déjà vu, pese a moverse dentro de lugares comunes. En ese sentido la presentación de los personajes, ya sea a través de una línea de diálogo, una vestimenta o una postura corporal, resulta brillante. La primera media hora de la película nos mete en un mundo tan realista como fantástico. Después, el resto de los conflictos, el protagonista en busca del amor verdadero, la cita con una celebridad que termina en violación, el drogadicto que se suicida o la aparición de un alienígena que sólo el protagonista ve, quedan relativizadas por una mirada que nunca cae en el tremendismo. Destacar la utilización de las canciones. Desfilan innumerables bandas de fines de la década de 1980 y principios de la década de 1990, aunque algunas apenas segundos logran escucharse o distinguirse. Acentúan la sensación de vértigo, inmediatez y pérdida. Y también destacar cómo la ironía termina potenciando el conflicto y relativizando la sátira. Araki culmina su proyecto de retratar la juventud de la década de 1990 y la cultura alternativa con más entusiasmo que resonancias. A la espera queda de un cambio de rumbo.