Drama en el que una madre cuida de su hijo adolescente que sufre un trastorno por déficit de atención con hiperactividad en un pueblo de Quebec. Pese a que cuenta tal vez con algunos de los personajes más maravillosos de su obra, Xavier Dolan redondea su film más ordinario, vulgar y pretencioso. La película se plantea como un torrente emocional, pero en ningún momento puede ocultar su costado manipulador. Además, Dolan hace una pésima utilización de las canciones, del ralentí y de los movie montages. Si bien por momentos es una apuesta cercana al cine de Harmony Korine, el resultado no queda muy lejos del peor Lars von Trier. Si Fritz Lang viviera seguramente nos diría para qué sirve el formato de pantalla 1:1 que utiliza Dolan. En este caso sólo cobra relevancia en ese plano de los personajes cara a cara acostados (es el del póster). El inconveniente de los cineastas que empiezan demasiado jóvenes es que a veces se vuelven viejos demasiado pronto.