Cuento de terror en el que unos insectos gigantes modificados genéticamente atacan New York. La idea de los insectos que toman la apariencia del hombre (original y sugerente) le permite a Del Toro construir una efectiva progresión narrativa y unas atractivas escenas de suspense. New York, con sus alcantarillas, vías de tren abandonadas, capillas destruidas y laberintos oscuros, se ve como la catedral gótica que mostraba Inferno (1980). Igualmente el film es mucho mejor en la primera parte (el arranque que muestra una ciudad vacía por la epidemia, las apariciones sutiles del hombre/insecto, el ritmo seguro y contenido) que en la segunda (cuando los personajes quedan encerrados en el subterráneo el film cae en todos los convencionalismos que había evitado). Los seis asesinatos no son muy sangrientos, pero las escenas de disecciones con líquidos resultan repulsivas. Del Toro hace su desembarco en Estados Unidos con problemas de producción durante el rodaje y relativa indiferencia de la taquilla, pero su talento se muestra intacto.