Comedia dramática musical en el que tres jóvenes en Paris escenifican un triángulo amoroso que es interrumpido por una tragedia. Más allá de que el film parezca un producto diseñado de antemano para ser reflejo de la juventud del siglo XXI (la precarización laboral, los consumos culturales, la diversidad sexual y los actores de belleza espontánea), Honoré nunca cae en la condescendencia o el oportunismo. Es un trabajo dulce pero alguien tiene que hacerlo. Hay más de un motivo para disfrutarlo impunemente (como el cine de Jacques Demy): la puesta en escena tan estilizada como realista, la potencia emocional de algunas escenas, el ritmo y la naturalidad con que se insertan las canciones en el relato y la raíz melodramática de la historia.