Drama en el que un cajero casado aficionado a la pintura inicia una relación con una prostituta en París. Renoir ingresa al cine sonoro con un pleno dominio de sus facultades para narrar una historia de amores no correspondidos. El uso de las marionetas desmiente el contenido moral del relato desde el principio. El manejo del tiempo de las escenas, de los silencios y de las elipsis es inmejorable. La puesta en escena realista extrae el toque poético de las situaciones. Los espejos reflejan la falsedad de las relaciones.