Drama en el que el dueño de una calesita recuerda su historia familiar desde 1900 hasta la actualidad en Buenos Aires. En el cine de Hugo del Carril lo mítico y lo cotidiano no tienen problemas en juntarse. La película va y viene como una calesita. Por momentos se vuelve realista y toca cierto nervio dramático, pero en seguida se evade en episodios más pintorescos. Hugo del Carril se mueve con igual soltura entre lo popular, lo culto y lo masivo. Incluso no tiene problemas en tocar la cuestión judía. Pero ante todo su película manifiesta su decepción sobre la política.