Policial en el que un detective sueco va a investigar el crimen de una adolescente en un pueblo al norte de Noruega. Todos los hallazgos visuales y narrativos del remake de Christopher Nolan ya estaban presentes en el original noruego, pero el film de Skjoldbjærg va mucho más lejos en cuanto a la ambigüedad moral y el retrato de su personaje. La película puede verse como una caída al abismo en la que la cámara busca datos que los personajes no pueden dar. Pero también como un testimonio del poder desestabilizador de la luz y la razón que destruye a los protagonistas o como la definición de la perversión desde la incompatibilidad sexual. Sosteniendo todos estos planteos está Stellan Skarsgård que sin mover un músculo de su rostro resulta mucho más convincente que Al Pacino en el film de Nolan.