Décimo séptimo capítulo de la saga Bond en la que una banda de terroristas se apodera de una poderosa arma nuclear en Rusia. El producto incitaba curiosidad por la presentación de un nuevo Bond (Pierce Brosnan), la incorporación de efectos especiales CGI y los trabajos anteriores de Martin Campbell como director. Pero a los treinta minutos se comprueba que la serie conserva todos los tics de siempre, no le interesa innovar y es más de lo mismo. Es una lástima que el sentido del humor que se cuela esporádicamente no lo haga con más ironía y determinación. Sólo está para “dar a la gente lo que quiere”.