Drama en el que una familia se reúne para un cumpleaños en un hotel en el campo de Dinamarca. Vinterberg aprovecha las limitaciones del manifiesto Dogma 95 (cámara en mano, ausencia de música incidental, iluminación natural) para hacer un drama repleto de suspense y carente de concesiones. Si el movimiento danés difícilmente pueda lograr el objetivo de recuperar la pureza narrativa al cine, al menos puede dar algunas películas valiosas en el camino. Ya desde el vertiginoso inicio con cámara balbuceante, montaje acelerado y extrañas angulaciones (pese a que lo que ocurre no son más que acciones banales), el film establece una sensación de incomodidad. Para cuando el hijo mayor hace una confesión delante de toda la mesa, la arquitectura visual del film se vuelve abstracta. Sin dejar de satirizar ciertos rituales (los invitados entran y salen de la mesa, la maestra de ceremonia trata conservar la calma, los horarios para la cena, dormir y el desayuno), el hotel y los personajes se vuelven representaciones de lo manifiesto y lo reprimido, casi como en The Shining (1980). La resolución pierde un poco el envión del principio (más revelaciones no se pueden pedir) para arribar a un amargo happy end.