Branded to Kill (1967)

Policial de acción en la que un asesino a sueldo acepta un trabajo que lo pone en la mira de otro asesino a sueldo en Tokio. Seijun Suzuki culmina su larga estadía en compañía Nikkatsu con su película más surreal, abstracta y delirante. Tal es así que le costó el despido y su parcial retiro del cine. También es uno de sus mejores films, tanto narrativa como visualmente. Suzuki no se queda sólo en el recurso de la violencia graciosa, la intensificación del sexo, los desnudos o las imaginativas secuencia de acción, sino que construye una extraña atmósfera fantástica a partir de una soberbia fotografía en blanco y negro, de una deconstrucción de los espacios y de unos excéntricos personajes y situaciones.