Psycho thriller en el que un joven ejecutivo de Wall Street es un asesino serial en New York en la década de 1980. Adaptación de la novela de Brett Easton Ellis. La película mezcla la comedia, el horror y el policial, pero ante todo es una irónica sátira social. Mary Harron hace un retrato de una mente y una sociedad dominadas por el vacío y la superficialidad. En los ambientes en que se mueve el protagonista se confunden los nombres (su abogado ni lo recuerda), los rostros (todos similares), los lugares (las entradas de los edificios) y las fechas (los personajes confunden lo que hicieron tal día). La película satiriza la moda, la música y el pensamiento de la década de 1980. El cuidado el cuerpo es llevado a límites paroxísticos. Los asesinatos, si bien tienen algunos toques gore, no son tan violentos contra las mujeres como los de la novela. Pero incluso en las escenas de sexo y violencia no se pierde el elemento cómico, satírico o paródico (el protagonista se mira al espejo, corre desnudo, habla de discos, se pone un impermeable para no mancharse). Sólo en una secuencia el film adopta el modelo visual del slasher (cuando corre a una víctima y encuentra los cadáveres), pero no deja de ser una parodia.