Cuarta parte de Alien (1979) en la que Ripley revive mediante una clonación y se enfrenta a los monstruos alienígenas en una nave espacial que va rumbo a la Tierra en el siglo XXIV. Alien: Resurrection tal vez sea la mejor de las secuelas de la saga porque lleva la monstruosidad al límite de la deshumanización total (operaciones sangrientas, abominaciones genéticas, aliens dentro del cuerpo, gore impresionante). El film adquiere el ritmo de una aventura terrorífica. Desde el arranque con personajes excéntricos, pasando por el quiebre fantástico con monstruos sueltos, hasta la fuga bajo el agua (una de las mejores secuencias de acción del último Hollywood). Más allá de las actualizaciones de Ripley (concepción híbrida, one liners irónicos) y de los aliens (una reina enorme, un bebé cadavérico), lo que se lleva toda la atención es la puesta en escena de Jeunet, los colores de la fotografía de Darius Khondji y los contornos freaks del diseño de producción. Si a eso sumamos la simpleza de la historia, la corta duración y la impactante resolución, el resultado final es casi brillante. El debut de Jeunet en Hollywood no puede ser más auspicioso. Lástima que los puristas de la corrección no lo entendieron.