Aventura con toques de comedia y romance en la que un plebeyo se hace pasar por caballero para competir en los torneos de fusta en Inglaterra en la Edad Media. El film es un descarado ejercicio comercial que comienza con canciones de rock contemporáneas como acompañamiento de la acción, pasa por todos los tópicos imaginables de este tipo de relatos (personajes, chistes, situaciones) y se consume en unas reiterativas escenas de combate (mientras uno recuerda las secuencias de fusta Lancelot du Lac (1974) de Bresson). Los únicos hallazgos son la escena de baile, en la que la transformación del estilo de la música le da sentido al anacronismo, y la de la iglesia, resuelta con un larguísimo plano general que marca la distancia de la pareja. Derribadas las buenas expectativas que Helgeland había creado con Payback (1999), este film puede marcar su futuro camino en Hollywood o ser apenas una estrategia para ganar espacio en la industria y dedicarse a proyectos más personales. Esperemos ilusoriamente que sea esta segunda opción.