Thriller en el que un detective privado investiga el origen de una snuff movie a lo largo de los Estados Unidos. A la par de la investigación del protagonista el film hace un progresivo descubrimiento del submundo de la pornografía (videos, revistas, sex shops). Es una lástima que lo abandone a mitad de camino para recurrir a la violencia de un simple enfrentamiento con los matones de turno (en este caso, los realizadores de películas porno) y la transformación del héroe en un justiciero, también de turno. De esta forma no profundiza en el mito de las películas de muertes reales. Lo más impresionante resulta la cinta donde muere una chica (aunque no muestra nada de violencia o sexo explícitos), con el ruido del proyector que atormenta al protagonista y la sensación próxima al horror que dejan las otras dos snuff movies falsas. Pero el film falla por su desarrollo demasiado lineal y convencional. Las cinco muertes muestran un gore bastante flojo. Y resulta muy molesto lo ruidoso que es el cine americano actualmente. La trama no intenta jugar con el suspenso, salvo en el final que incluye una atractiva secuencia que hace un muy buen uso de un tocadiscos. Los ambientes oscuros que tan bien se combinaban con la decadencia social de Se7en (1995) aquí son estériles porque el conflicto queda reducido a unos simples problemas matrimoniales.