Cuento de terror en el que una mujer da a luz a una bebé dada por muerta que se alimenta de sangre en un pueblo de Norteamérica. Solet debuta en la dirección con una película de intenso recorrido en festivales durante buena parte de 2009 (de Sundance a Sitges), un poco pretensiosa y manierista, de ritmo pausado y contenido, que puede impresionar a los poco frecuentadores del género de terror. Pero lo cierto es que la puesta en escena carece de transparencia, la historia es un poco manipuladora (demasiados gritos, llantos y dolores) y, desde el punto de vista narrativo, luego del cambio de situación (el nacimiento del bebé) el estancamiento de la acción se da más por rebusques del guión (la asistente que no le pasa los llamados a la partera, el asesinato del médico que la visita) que por el natural devenir de la acción. Solet utiliza los tonos de la fotografía (de lo más luminoso a lo más oscuro) para subrayar la pendiente horrorosa a la que se somete la protagonista, pero es la opción más fácil. El film puede inscribirse en la dinámica del Body Horror, pero pertenece más generalmente a la tradición de madres dispuestas a todo por sus crías y tiene algunas similitudes con el film francés À l’intérieur (2007) aunque evita caer en la estética gore.
